Un emotivo homenaje a ocho años del trágico tornado que azoto Pozo del Tigre
En coincidencia con aquel trágico 21 de octubre del año 2010, donde Pozo del Tigre se viera azotado por un tornado que destruyo el 80% del pueblo, les costara la vida a cuatro personas y dejara decenas de heridos, se rindió un emotivo homenaje a un cacique aborigen de la zona que como lo viene haciendo en toda su vida, mantiene el amor por su tierra y su pueblo.
Se trata de Ernesto Gómez, cacique del barrio aborigen tigrense de Qompi, quien recibió el reconocimiento por su trayectoria, compromiso y lucha ejemplar por el pueblo aborigen formoseño en general y el pilaga en particular.
Fue recordado que “en aquel tiempo, como lo hizo a lo largo de su vida, este cacique no se detuvo a batallar por la reconstrucción de su comunidad que también resulto severamente afectada por aquel terrible fenómeno climático. Las viviendas, escuelas, centro de salud, energía eléctrica, caminos y muchas realizaciones más, lo tuvo como principal actor comunitario a partir de que sus demandas fueron escuchadas e incluidas en el proyecto de refundación de la comunidad que diseño la gestión del gobernador Gildo Insfran”, destaco el titular del ICA, Esteban Ramírez.
Junto al director de la etnia pilagas, Raúl González, se apersonaron al domicilio del cacique en esta comunidad de Qompi donde habitan unas 300 familias, que totalizan un millar de personas, entregándole un testimonio a su incasable lucha y militancia dirigencial por el pueblo indígena en filas del peronismo.
Sus hijos Virgilio y Elizabeth coincidieron en el “enorme orgullo” de esta distinción que recibió su padre y la responsabilidad que recae en ellos en “mantenernos firme con las mismas convicciones y lealtad” que ciño a su padre en todos estos años de sacrificio que no fue en vano, “porque muchos de sus sueños y luchas se vieron premiadas con realizaciones”.
El director ante el ICA de la etnia pilagas, Raúl González destaco al cacique al ser una “persona de conducta ejemplar y lealtad al peronismo, su figura simbólicamente es una suerte de horcón del medio de su comunidad”.
Lo definió como un “luchador incansable, en el monte, en la política y en todas las facetas que le toco estar, pero pensando siempre en su pueblo”.
Destaco en Ernesto a una persona de “un espíritu inquebrantable por ver mejor a su gente, estuvo aportando muchísimo representando a los aborígenes formoseños en la jornada debate por incorporar los derechos de los indígenas a la Constitución Nacional que se hizo hace muchos años”.
Comento que “junto a otros dirigentes de pueblos originarios de la provincia, varios de ellos ya fallecidos, participo en la formulación y discusión para enriquecer la Ley Integral del Aborigen 426, y muchos de sus sueños se ven plasmadas en esta norma, sobre todo en la preservación social y cultural de las comunidades aborígenes, la defensa de su patrimonio y sus tradiciones”.
Revelo que “fue un trabajador por el mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos, su efectiva participación en el proceso de desarrollo nacional y provincial, y su acceso a un régimen jurídico que les garantice la propiedad de la tierra y otros recursos productivos en igualdad de derechos con los demás ciudadanos”, afirmando concluyente que “mantiene un celo profundo |por su tierra que sabe muy bien es el reaseguro de las generaciones venideras”.