Intervención de la cartera Educativa ante hechos de violencia en escuelas
La nueva configuración social exige que el sistema educativo se adecue a
las nuevas demandas de los estudiantes. Ante las situaciones de
conflicto, en las relaciones que se generan en la comunidad escolar, el
equipo de vinculación de la dirección de Educación Secundaria actúa como
mediador interviniente junto con el Servicio Técnico Interdisciplinario
Central – SeTIC -. En circunstancias nocivas se procede con la Guía
Federal de Orientaciones.
Como primera instancia, cada institución educativa tiene su Acuerdo
Escolar de Convivencia, promovido por el SeTIC, que es un documento
elaborado por estudiantes y docentes para regular los climas escolares.
En este, se deja por escrito acerca de los valores que promueven, la
comunicación, participación, normas y sanciones acordadas. Según la
falta cometida tiene una gradualidad mediante la cual el Consejo Escolar
toma medidas para los actores vinculados ante un hecho, que
desafortunadamente, por diversos motivos, tuvieron desenlaces no
deseados que impactan en toda la comunidad educativa. En todos los
casos se busca que las sanciones sean reparadoras, lleven a la reflexión
para evitar una próxima actitud violenta.
El SeTIC, organismo conformado por profesionales, como ser:
psicológicos, psicopedagogos, médicos, entre otros, contribuye en la
mejora de la trayectoria escolar, llevando a cabo acciones, según la
Resolución Provincial N° 2.517 “Orientaciones ante situaciones
problemáticas en el ámbito educativo” del año 2013, que establece que
los Equipos de Apoyo y Orientación actúan, en estos casos, de manera
conjunta con la Escuela, acompañando a las personas involucradas en la
situación, implementando acciones para trabajar con el grupo clase y con
las/os profesionales de la institución”.
La vida cotidiana de las escuelas está inserta en una trama conformada
por variables sociales, políticas, culturales, económicas y geográficas.
Debido a esto, por más generales y amplias que puedan ser estas
orientaciones, siempre se acciona interpelando el contexto, y se implica
la participación de diversos actores en un marco de responsabilidades
compartidas que permiten construir estrategias institucionales que den
respuestas a las problemáticas a abordar.
La convivencia en la escuela, también es abordada mediante programas que
promueven la inclusión en términos de ingreso, permanencia y egreso, tal
como lo sostiene el Plan Nacional de Educación Obligatoria y Formación
Docente, y que fomentan acciones de carácter participativo y estrategias
de reparación del daño si lo hubiere.
Además, una mirada atenta de las personas adultas posibilita la
intervención temprana y evita la escalada de los conflictos y su posible
agravamiento. La negación del conflicto es tan perjudicial como su no
resolución. Es igual de importante trabajar con los estudiantes, a
través de la reflexión sobre casos concretos y el debate de argumentos
racionales, la construcción de una perspectiva ética sobre la violencia
en todas sus formas.
Cabe destacar, que, ya sea en la cotidianidad de la escuela o ante la
emergencia de conflictos particulares, las acciones de niños, niñas y
adolescentes deben nombrarse de modo que no estigmaticen ni rotulen la
identidad de los involucrados, tal como está estipulado legalmente.
Respecto de las sanciones, para establecer límites a las transgresiones
a las normas acordadas, se entiende como punto de partida de un proceso
de transformación de los comportamientos y actitudes, y no como un punto
de llegada.
Es importante resaltar, que la familia y la escuela actúen de manera
coordinada y colaborativa, profundizando y fortaleciendo el lazo. Más
aún, en situaciones complejas, por lo que resulta clave convocar a las
personas adultas responsables de los estudiantes involucrados en el
conflicto con el objeto de informarlos acerca de los hechos y acordar
una acción inmediata que evite situaciones de riesgos posteriores.
Es importante resaltar, que la familia y la escuela actúen de manera
coordinada y colaborativa, profundizando y fortaleciendo el lazo. Más
aún, en situaciones complejas, por lo que resulta clave convocar a las
personas adultas responsables de los estudiantes involucrados en el
conflicto con el objeto de informarlos acerca de los hechos y acordar
una acción inmediata que evite situaciones de riesgos posteriores.